Fecha 11 Clausura 08

 

CENTRAL 2 - RIVER 1

Patinando por un sueño
El Millo dejó su invicto local en Rosario y ahora comparte la punta con Estudiantes. El Canalla se lo dio vuelta con mucha actitud, lo derrotó 2-1 y salió de la Promoción.

 
Arzuaga ya sacó el zurdazo del triunfo después de recibir de Tomás Costa y dejar desairado a Villagra con su media vuelta. El delantero lo festejó lustrándose la rodilla...
 

Mata o muere. River no entiende otra cosa. Va al frente, da la cara, tarda casi una hora en mostrar la actitud que venía siendo su marca registrada, pero avanza. Mata o muere. No le importa nada más. Por eso Carrizo recibe el ok y se para al lado de Cabral, quien ya lleva diez minutos, dos córners, cinco centros y varias puteadas porque no-me-la-tiran-a-la-cabeza en el área de Central.

Por eso Ortega se olvida por un instante de sus últimas semanas, inventa un sombrerito y le pega para hacer revolcar a Alvarez. Por eso Buonanotte, el mismo que venía pidiendo el cambio porque casi no podía pisar, se la banca y tira la última gambeta. A full, a pleno, River pelea, lucha, busca cómo sea esa pelota que le permita rescatar un punto de su visita a Rosario, aunque no hay caso.

Central consigue lo que ningún otro había podido hacer en la Argentina: pone al puntero de rodillas. Lo lastima, lo mata, lo deja sin invicto, le moja la oreja a su arquero, le corta una racha de 19 partidos sin derrotas a su técnico. Le gana a River, claro, y lo deja patinando por un sueño.

Estudiado, cuestionado, analizado por dónde se lo mire, hay que decir que es un equipo coherente este River. Un equipo que tiene el título como objetivo y que no se traiciona en su búsqueda, que intenta mantener la misma intensidad de juego más allá de cuál sea el marcador y que si bien trabaja desde lo colectivo, depende en exclusiva de cómo se sientan sus individualidades. Por eso de a ratos domina cuando Buonanotte estrena sus 20 años y se hace una fiestita frente a Espinoza y Borzani. Y por eso en otros momentos se muestra vulnerable porque Ponzio no puede con el Kily González, Augusto Fernández y Abelairas les ven los números a Méndez y a Costa, y tanto Cabral como Tuzzio quedan obligados a salir lejos para que Zelaya y Arzuaga no pivoteen con facilidad.

Claro, Central también juega, y bien. Pero más allá de eso, River se prende en el golpe por golpe desde el vamos. Y esta vez, sale mal parado. Porque Abreu, el que dio clase ante los universitarios de Perú, cabecea a las manos de Alvarez. Y porque un minuto después, Carrizo deja de perseguir el récord de Amadeo y reacciona algo tarde ante el derechazo (y el desvío) de Zelaya.

Hiperquinético, acelerado, protestón, sobre el final River es un reflejo de Simeone. Y también por eso nunca se entrega. Mueve fichas, hace y deshace, transforma sin pruritos en cuestión de segundos lo que tenía pensado desde hace semanas. Pero ni así logra cambiarle la cara. Porque el Kily González tendrá menos recursos que muchos de sus rivales, pero le pone el corazón al partido, le agrega criterio y mucho del humo que le nubla las últimas ideas al puntero. Y ahí nada funciona para el Cholo. Nada es suficiente para River. Ni siquiera el regreso del Burrito (y de Rosales). La lectura es mucho más simple que los argumentos del jurado de Bailando por un sueño: River patina, se cae, muere en la suya. Un golpe que duele. Sólo eso.

ARSENAL 0 - VELEZ 0

El rival estaba afuera


El Fortín jugó mal, los hinchas pidieron más actitud y menos "boliche" y los players reaccionaron: Zapata lideró la respuesta haciendo gestos de que no los escuchaba.

FRATERNAL ABRAZO ENTRE RÍOS Y CALDERÓN. FUE EL ÚNICO MIMO QUE TUVIERON LOS DE VÉLEZ.
 

Y pongan huevos la puta que los parió...".

Los minutos corrían en Sarandí y Vélez no podía quebrar a Arsenal. El equipo lejos estaba de contagiar a la gente y el estallido de una parte de la popular (la que está ubicada sobre el lateral) fue espontáneo. Algunos jugadores no llegaron a escucharlo. Otros, como Víctor Zapata, sí lo oyeron. Y él también se hizo oír con sus gestos como respuesta a esos hinchas enfadados: empezó a mover sus abrazos hacia arriba y hacia abajo y se apoyó un dedo sobre su oreja derecha en clara señal de "canten más fuerte que no se escuchan". Tras esto, se escuchó una leve silbatina cuando el Chapa tocó la primera pelota...

El ambiente no estaba invadido por el humo que cegó a Buenos Aires, pero se olfateaba un clima contaminado entre los jugadores y los hinchas desde hace un par de fechas (luego del empate ante Racing se fueron silbados y Silva, ante San Martín, cruzó gestos con la platea). Y la popu, ya de manera unánime, siguió reclamando más actitud...

"Hay que poner Vélez, hay que poner un poco más de huevos, la banda va a alentar y vamos a salir primeros".

Ya no había respuesta de Zapata ni de ningún otro compañero a la tribuna, pero los hits seguían bajando desde la popular.

"Y vamos Vélez no le falles a esta hinchada, esta es tu hinchada que te sigue adónde vas, hay que poner un poquito más de huevos, y todos juntos la vuelta vamos a dar".

Y había más.

"Jugadores (...) a ver si ponen huevos, que no juegan con nadie".

A esa altura era inevitable estar ajeno al reclamo. Aunque un tiro de Escudero rozara el travesaño y Cuenca le tapara a Silva un zurdazo increíble, lo que se rompió ayer entre los dirigidos por Tocalli y su gente no tuvo solución. Ahí, el Chapa, el capitán (no lleva la cinta por haber sido expulsado), les pidió a sus compañeros que jugaran tranquilos, sin escuchar a los hinchas. Algo que a esa altura era imposible.

"Escuchen, los jugadores, pongan más huevos si quieren salir campeones, en Vélez, hay que ganar, y no pensar en qué boliche ir a bailar, transpiren la camiseta, llévenla en el corazón, como la lleva esta hinchada, que quiere salir campeón...". Ese fue el canto más hiriente de los hinchas y el que más sonó en Sarandí. Y, además, el que más dolió...


SAN MARTIN (SJ) 1 - COLON 2
Te matare, Ramirez

Colón afiló el facón y metió la estocada en San Juan. Lo liquidó con el gol de Tito, lo pudo golear y se alejó de la Promo. ¿San Martín? Jugaría una final para no irse.

Garcé se quiere sumar a un festejo en el que ya están Romero, Capurro, Gandín y, sí, el goleador Ramírez. Abrazo y desahogo por el 2-0 parcial.
 

En San Juan no hay humo pero el Turco Mohamed enciende una vez más su puro, camina unos pasos y se deja envolver por el aire de su vicio. Es la primera vez que se para en el segundo tiempo, justo cuando Colón empieza a ametrallar a los sanjuaninos. Y entonces cabecea Ramírez y pasa cerca, engancha Encina y pasa cerca, patea Gandín y la pelota se lastima contra el palo, sacude Romero y no puede con Medrán. Colón podría haber goleado, y Colón, bueno, goleó: con este 2-1 y tanto sufrimiento le alcanzó para ganar, gozar, alejarse más de la maldita Promoción y condenar al equipo de Quiroz, hoy, a un desempate contra Gimnasia de Jujuy para saber quién se iría a la B y quién padecería, con Racing, la Promoción. Se oyó imponente y soberano el grito del final, los brazos arriba de esos 11 muchachos que silenciaron a 13.000 hinchas que soñaban otro final. Fue festejo, puro fútbol, de los del Turco.

A veces cuesta entender (y más explicar) cómo los jugadores pueden cambiar tanto. Hasta hace cuatro partidos, cuando llegó Mohamed, Colón se asustaba de mirarse al espejo y ayer supo cómo ir y volver en bloque, Capurro y Falcón supieron cómo quitarle la pelota a Pacheco y Décima y controlar el partido, y Romero supo cómo aprovechar las espaldas de Recalde, en el inicio. Y aunque fue San Martín el que pareció amenazar más con esos centros altos y largos para Tonelotto y algunos disparos desde afuera, en realidad era Colón el que pisaba más firme. A Frontini y Agüero les complicó mucho la soltura de Cardetti y Ramírez, que salían del área, abrían la cancha y también a la defensa local. El 1-0 fue una evidencia: Gandín la aguantó por derecha, Brusco lo atoró y el centro fue pasado, fatal. Cardetti sólo tuvo que picar antes que Frontini y cabecear ante un Medrán que ya no estaba.

Obligado, desesperado, todavía de rodillas, San Martín salió con un 3-3-1-3 al segundo tiempo, y salió, también, sin ideas. Se magnificaron los centros en los tiros libres, los remates aislados de Bravo, mientras que Colón repitió la fórmula en el 2-0 (desborde de Gandín) y después se la jugó por Encina, su velocidad, un abusador de la ajada defensa sanjuanina. Pudo haber sido goleada, sí, como la suerte también pudo haber querido que se festejara en algún bochazo nervioso de San Juan. Pero no: la suerte a veces sabe rendirse ante el mejor. Y Colón pegó un pique para alejarse aún más de Racing, la Promoción, ese mañana que nadie quiere.


 ARGENTINOS 2 - SAN LORENZO 1

Pipones

Gorosito, ovacionado por la gente del Ciclón y criticado por los hinchas del Bicho, acertó con los cambios y pudo ganarle por primera vez a su amor...

 

Esos hinchas que tiene atrás siguen gritando con el alma. Con toda la fuerza y con el último hilo de garganta. Gritan a sus espaldas, desde el anonimato de la tribuna como durante toda la tarde, pero esta vez los gritos no son para ese hombre que, ahora, tras el puntazo de Gabriel Pérez, el triunfo en el puño y la remontada a punto caramelo, también grita y se abraza con Gabriel Peñalba, la figura, mientras el utilero Galíndez besa el pasto como Papa recién bajado del avión. Gritan los hinchas de Argentinos, gritan los jugadores y también grita Néstor Gorosito. Gritan unos y otros en La Paternal. Esta vez todos juntos. Pipones.

A esa altura de la tarde, claro, ya no importaba otra cosa. Ni los cuestionamientos por la presencia de Mirosevic y por la ausencia de Peñalba ("consideré que había jugadores mejores que él"). Ni el desliz de dejar con el Rayo Menseguez a un jugador lento y encima amonestado como Ortigoza, en ese tiro libre a favor del final del primer tiempo que insólitamente terminó en 0-1 ("con el trajín del partido por ahí no me di cuenta", admitió el DT). Ni la derrota reciente en Rosario como cada vez que el equipo se aleja de La Paternal. Ni el poco feeling con la gente a pesar de los puntos cosechados ("hablemos de fútbol", respondió cada vez que le preguntaron por los insultos). Ni que gozara de más reconocimiento de la tribuna visitante, que lo recibió con un cálido "Pipooo, Pipooo" que de confianza de la propia gente. Después del gol de Pérez no importó más nada de nada.

Gorosito, además de darse el gusto de ganarle como técnico por primera vez a San Lorenzo, se dio otro grande ayer en La Paternal. No sólo mantuvo su invicto de local en Argentinos y estiró su efectividad en casa a un impresionante 87% (con sólo dos empates y cuatro goles en contra en 11 partidos), sino que pudo cambiar el tono de los gritos de los hinchas. "Ni era un burro después del primer tiempo, que no fue malo como para irnos al descanso abajo, ni soy un mago por los cambios y el triunfo. A los hinchas les digo que hay que mantener la tranquilidad. Uno entiende la pasión y la locura del fútbol, pero no se puede insultar a chicos que son el futuro del club. Desde que llegamos fuimos insertando pibes como Romero, Pérez, Viotti, que vienen del buen trabajo que hace Adrián Domenech en Inferiores... Ojalá que acá, a diferencia de Lanús, donde le tocó coronar el trabajo a Ramón Cabrero, sí podamos conseguir algo importante en unos años", explicó el técnico que, a diferencia de Ramón Díaz, con los cambios torció la historia para bien de su equipo. Con Andrés Romero, delantero del club de 18 años, desde el arranque del ST, y con el ingreso de Peñalba para conducir en lugar de Ortigoza, se hizo la luz, y el fútbol, en la vida de Argentinos. "Lo más importante son los jugadores. Ahora este envión hay que tratar de aprovecharlo en el próximo partido", relativizó el DT con esa clásica modestia de entrenador.

Al final, cosas de este fútbol histérico, los gritos fueron un solo grito. Y todos quedaron Pipones...



TIGRE 1 - ESTUDIANTES 1

Manual de liderazgo

El Pincha jugaba mal, perdía bien y se alejaba de la punta, con Verón en sintonía gruesa. Pero la Brujita se conectó, fue clave en el 1-1 y llevó arriba a los de La Plata.

Basanta mete la cabeza y el empate del Pincha. Fue un rebote tras el sablazo impresionante de Verón que Daniel Islas apenas pudo frenar.
 

Tarea inútil a cargo de las hinchadas ajenas a Estudiantes: reprobar cada intervención de Juan Sebastián Verón, en condena renovada por un crimen que, en apariencia, aún no prescribió. Acusado de responsabilidad creciente por la eliminación premautura en Corea-Japón 2002, la Brujita --uno de los pocos exponentes de esa rara raza de emigrantes que apuran su regreso de Europa en plenitud-- los mata con la indiferencia. Y responde como mejor sabe: con la pelota, de aire o en el piso; con la palabra, de estímulo y corrección para compañeros que lo buscan como brújula cuando la desorientación es una guía inadecuada.

Así andaba Estudiantes, apurado por el ritmo de un Tigre que se acomoda a gusto en espacios chicos, a despecho de buenos rendimientos en terrenos amplios (por caso, invicto en La Plata). Los de Cagna, reflejados en el espejo del rival, dieron mejor imagen cuando debieron mover piezas en función de un esquema defensivo de tres hombres. Tigre sustituyó el faltante con Castaño, cerca de Verón cuando el juego se desarrollaba por el medio y pegado a Leyes cuando las circunstancias lo llevaban a pararse como marcador central. Tigre hizo virtud de la sencillez. A Estudiantes, la coordinación le costó más, pues sólo Moreno y Fabianesi aprobó la lección que le corresponde al volante externo: fue lateral cuando Giménez lo llevó hasta el fondo y fue ocho como los de antes, como Jota Jota, o Brindisi, en cuyos planes de viaje figuraban las excursiones en ataque.
¿Y Verón? El general, en su laberinto, sin la medida exacta para el pase largo ni el tranco que lo acercara a los delanteros, que en vano esperaban la asistencia.

Segundas partes pueden ser buenas cuando hay combinación de reflexión y acción. "Pará, pará; por abajo", le pedía la Brujita a Desábato, en el comienzo del segundo tiempo, cuando el zaguero insistía en seguir perforando la capa de ozono a puro pelotazo. Verón también se hizo entender con señas: el ademán de palmas para abajo, en demanda de paciencia, lo reemplazó por el de manos adelante, en procura de que Estudiantes saliera del exilio forzado por la presión de Tigre.
El Pincha tuvo su cuarto de hora en consonancia con el de su conductor. Si Sensini planea desde afuera, Verón ejecuta adentro. Fue el 11 quien le marcó la posición a Benítez antes de que el Chino, intérprete cabal en ese aporte solo, le sirviera un córner para placer de su pie derecho.La volea, teledirigida desde más allá del área mayor, terminó por convertirse en un pase-gol a Basanta, despeje de Islas mediante.

A Tigre ya no le alcanzaron los envíos largos -baqueano en su cancha, sabe aplicar esa receta- ni el despliegue entre los volantes. A Estudiantes le bastó un rato de su emblema para transformar la punta en un ambiente compartido, reforzar el dilema de Copa Libertadores o Clausura y darles pasto a las fieras, que todavía buscan la carne de un Verón experto en amaestrarlas.






BOCA 2 - NEWELLS 1

El fantasma de la bombonera 


Espíritu inquieto, Palermo apareció con una palomita y le dio el triunfo a un Boca que hace más de un año no pierde de local. Próximas visitas: Maracaibo y River...

¿Palermo lento? Fue como un rayo a la pelota del 2-1. Y festejó así.
 

No. No es un fantasma ni un espíritu, de esos que habitaría en la Bombonera, como testimonian los empleados del club. Es Martín Palermo (¿un fenómeno sobrenatural por lo inexplicable?), tapándose la cara con su camiseta para festejar el gol decisivo. Fue una aparición fantasmal del Loco, tras un centro de Palacio que pegó en el palo, para decirle adiós a los otros fantasmas, los que ya sobrevolaban la cancha trayendo una victoria para Newell's. Boca es así. Asusta. Su estadio, mito urbano si los hay, tiembla y late a la vez. Parkinson y taquicardia, unidos, en un cóctel explosivo para propios y extraños. ¿Será por eso que hace un año que ningún visitante puede irse con los tres puntos? El martes se viene Maracaibo y, dentro de dos semanas, River. Ideal para agigantar esa leyenda que anoche volvió a escribir un nuevo y apasionante capítulo.
"Porque el martes cueste lo que cueste, porque el martes tenemo' que ganar". Se mueve la cancha al compás de la gente. Boca ya ganó. Ya se aplaudió casi como si se hubiera ganado un título. Y el pedido espontáneo del hincha es un triunfo en ese partido de Copa que puede marcar un antes y un después en el camino de Boca en este 2008. Como imprevisto invitado, el humo que invade la Capital le da un toque fantasmagórico a la escena. Sin respiro por el olor a quemado. Sin respiro también por los vaivenes que tiene el partido...

Y ahí está él. El goleador letal. El ídolo. El que arenga a la tropa antes de asomarse por el túnel. El que encabeza la fila, portando la cinta de capitán. El que besa paternalmente a Pochi Chávez, dándole aliento. El destinatario del "Paleeeeeermo, Paleeeeermo" que estremece esa caja de resonancia que es el Alberto J. Armando, una vez que metió su cabeza para rebotar la pelota hacia la red y darle los tres puntos a Ischia cuando parecían más cerca del bolsillo de Caruso. Un detalle que lo define como gran oportunista: cuando Palacio mandó el centro pasado, que terminaría pegando en el segundo palo, Palermo estaba entrando al área junto con Schiavi (a quien le ganó dos veces en el gol de Rodrigo). Mientras el defensor se quedó parado, observando el trayecto de la pelota, el Loco siguió el destino de la jugada con sus ojos, pero también con sus pies. No se detuvo. No se quedó esperando pasivamente el desenlace. Con el optimismo que lo caracterizó siempre, en esos escasos segundos quizá pensó que la bola podía pegar en el palo. Tal vez se le cruzó que podía volver hacia el primer palo. ¿Habrá tenido esa corazonada? ¿Tuvo suerte y nada más? ¿O será que a la fortuna hay que ayudarla? Posiblemente dueño de un sexto sentido (al menos en las áreas rivales), Palermo ve cosas que otros no ven.

Habrá que creer, entonces, en un mundo paralelo al real, en una dimensión desconocida, y rendirse ante la evidencia: la capacidad y el olfato goleador de Palermo. Hay 184 goles de azul y amarillo que lo certifican. Después, puede querer pivotear y que la pelota le rebote en su pie y llegue a mitad de cancha. Puede intentar manejar una contra y olvidarse el balón entre sus piernas. Puede pifiarle o mostrarse tosco en el contacto con el balón. A esta altura, parece tener todo permitido. Palermo, como la Bombonera, ya traspasó lo tangible. Y si hay humo como ayer. Y si el estadio lleva un invicto de un año. Y si festeja los goles así, tapándose la cara... Entonces, habrá que pensar que los fantasmas existen. Y no son malos.

LANUS 3 - RACING 3

Sand expedito

Creer o reventar: Racing estuvo 3 a 0 y Lanús se lo empató en la hora gracias a que antes había descontado dos veces Sand. A rezarle al de las causas urgentes.

Ramírez metió el tercero y en Racing nadie entiende nada.
 

Racing es otro pero su mufa es la misma. A punto estaba de enhebrar su segunda victoria consecutiva. ¡Dos triunfos seguidos! Si el 1 a 0 a Arsenal lo festejó como la final del mundo, ni hay que decir lo que habría siginificado el 3-2 que no fue. ¿Y por qué no pudo ser? Porque Racing exageró con los goles. De una semana para la otra se puso a jugar y regaló un primer tiempo que ni los propios hinchas creían posible. Chatruc cargó con la responsabilidad y fue el equipo de José. Con la voluntad, la experiencia y el ansia por salir del túnel, el Pepe contagió a todos. Y si con el contagio no alcanzaba, él mismo se inventó una trepada por la derecha, llegó hasta el fondo de puro guapo y echó un centro que terminó en la vuelta de Moralez al gol, previo palazo de Bastía.

Racing, definitivamente, era otro. No por ganar de nuevo, sino por cómo se mostraba en la cancha: seguro, ganador. No son muchos los equipos que siguen jugando al ataque cuando van ganando. Y Racing lo hizo. Con la pelota al ras del piso, con triangulaciones, con llegadas al vacío... Hasta era otro por su suerte. El gol en contra de Facciolli lo deja claro. Fue el primer córner que Maxi no tiró como si lo fuera a cabecear él y adentro de carambola. Y con 2 a 0, tampoco aflojó. Tiqui tiqui entre Navia y Avalos, Maxi entró solo por la izquierda y sí, créalo o no, 3 a 0 al campeón y en su casa.

Y éste fue el problema de Racing: se pasó. Lanús se sintió humillado y el gol que encontró Sand antes del descanso lo hizo entrar al vestuario creyendo que debía mostrar otra cara y que levantar dos goles no era misión imposible. Fue como un juramento del campeón, que en el primer tiempo fue arrollado por el colista de hace dos semanas. "Nos pegaron un cachetazo", reconoció Bossio. Y, herido en su orgullo, Lanús le devolvió el golpe a Racing.
Fue otro el equipo de Cabrero, pero también tuvo las circunstancias a su favor. Descontar tan pronto (otra vez Sand), por ejemplo. Que Hilario Navarro, de los más confiables del equipo, tuviera una nochecita de ésas... Que Zuculini, el pibe que entró por Moralez, reventara el travesaño en vez de clavarla en el ángulo... Y que en la penúltima de la noche, la bola le quedara servida a Nico Ramírez para reventarla como no había podido hacerlo en la Libertadores. Sin quitarle ni medio mérito a Lanús, Racing confirmó que su mufa es la misma.
Y si hay que agarrarse de algo, ya que Dios está siempre a mano, está de moda San Expedito, el Santo de las causas urgentes.

GIMNASIA (LP) 2 - GIMNASIA (J) 1

El mas lobo de todos
Como local, el equipo de La Plata sufrió, pero se llevó un buen triunfo ante su homónimo de Jujuy. Arraya abrió la cuenta para los de Labruna, pero Alonso primero y Federico Domígnuez, después, le dieron el triunfo a los de Sanguinetti, que llevan cinco partidos sin caer. Los del Norte se hunden en puestos de descenso directo.



FELICIDAD. Fede Domínguez festeja el gol del triunfo.
 

Gimnasia (LP) derrotó a Gimnasia (J) por 2 a 1 y sumó su quinto partido sin perder en el Torneo Clausura. El equipo de Sanguinetti ganó merecidamente pero sufrió mucho en el final, cuando los jujeños estuvieron cerca de la igualdad. Juan Arraya abrió el marcador para los visitantes, pero los platenses lo dieron vuelta con goles de Diego Alonso y Federico Domínguez. Todos los goles fueron en el primer tiempo.

La tarde comenzó a pedir del visitante. Porque el delantero Arraya le pegó de afuera y su remate venció la débil oposición que mostró Kletnicki. Casi sin pensarlo, los de Labruna pasaban al frente en La Plata. Pero la alegría no duró mucho. Porque el uruguayo Alonso metió un cabezazo bárbaro y estableció el empate. Cuando se moría el primer, Federico Domínguez clavó un zurdazo tremendo desde la puerta del área y ponía al Lobo platense arriba.

En la segunda parte, el local desperdició innumerables chances de gol. Leal (entró por Alonso), Cuevas y Salvatierra no pudieron definir con precisión ante un Nereo Fernández gigante. Ya en el descuento, Yegros sacó una en la línea cuando los corazones de los hinchas triperos pedían el final. En la última, Mateo sacó un potente remate que Kletnicki salvo con lo justo. Para los jujeños, ingresar en la Zona de Promoción parece una hazaña.


HURACAN 3 - OLIMPO 0
Dormi sin Franzoia

El rubio devolvió al Globo a la victoria ante un Olimpo que ya parece despedirse. Metió rápido el 1-0 y un golazo, igual que en el último triunfo, aquel 2-1 a Tigre.

El juvenil levanta los brazos mientras Puertas lo mira. Hasta entonces habían pasado 537 minutos sin gritos.
 

La noche se rindió ante la obviedad. Porque había un solo jugador, uno solo, que gozaba del talento para imantar la atención de algún imparcial a este encuentro: Andrés Franzoia. El único, además, que no es adivinable, una moneda que pocos jugadores pueden contar, porque Poggi, Barrientos, Díaz o Zarif podrán jugar bien, quizá mal, pero más o menos ya puede intuirse qué decisión tomarán, qué futuro le destinarán a la pelota. Franzoia, lo dicho, no, para nada, y ni hablar si el chico de Boca debe enfrentarse a un rival que jamás supo cómo rivalizar.

El partido se preparó, se cocinó y se comió por el lateral de Jorge Martínez. Al minuto nomás Poggi desbordó por primera vez (Puertas entró de frente al arco y no quiso traicionarse como defensor: la despejó) y sólo dos minutos después intentó nuevamente en la jugada que coronaría (e inventaría) Franzoia. Huracán vio entonces lo que había que hacer, lo poco que había que hacer, y se dedicó a jugar un fútbol básico, terrenal, que para Olimpo fue como enfrentar al Bayern Munich. Y Matute Morales no fue ni al banco de suplentes.

Huracán goleó y sin embargo también podría haber abusado de la visita. Díaz se paraba un paso adelante de Barrientos y molestaba a Rogelio Martínez, el único que deseó bancarse el traje del conductor, mientras Poggi y Zarif esperaban sobre las bandas para irse mano a mano con los laterales. ¿Mano a mano? Mano a mano, sin obstáculos, porque Barrado no llegó al fondo de ninguno de los dos campos, ni atacó ni ayudó a un Martínez que encima le regaló la pelota a Franzoia para el 2-0, y porque Robles se hizo el guapo recién cuando el partido estaba clausurado. "Creamos 14 chances de gol", dijo Ubeda, que anduvo ahí: fueron diez, sin contar los tantos, que hubieran sido muchos más si Nieto definiera tan bien como aguanta y se da vuelta.

Olimpo firmó anoche su precontrato con el descenso. Mientras Tigre, San Martín de San Juan y el mismo Huracán eligieron mantener la columna que los llevó al ascenso, los bahienses apostaron a fichas ya decoloridas, tipos con algo de nombre (Barrado, Jorge Martínez, Rogelio) que sólo a veces lograron plagiar sus mejores tardes. Ischia aún se debe estar rascando las venas por haber empatado con este equipo.

Y Huracán, ahí anda Huracán, con un Franzoia que ya había sido culpable de la última victoria, aquel 2-1 a Tigre con doblete suyo, dos postales que engrandecen aún más al chico prestado por Boca. Al único hombre, entre más de 20 apellidos, que no se lo puede adivinar. Al único que dan sinceras ganas de ir a ver.

INDEPENDIENTE 3 - BANFIELD 0

Para Santoro, la selección
La gente del Rojo le regaló a Pepé un canto de despedida. Con él, Independiente ganó dos partidos seguidos, se perfila para entrar a las copas y adiós incendio...

 
Pega el salto Montenegro, pega el salto la hinchada, Denis va al encuentro... El arranque de una goleada para la ovación a Pepé Santoro, que se va a las juveniles de la AFA.
 

La tribuna, tantas veces castigada por sus desbordes de pasión mal entendida, esta vez merecerá una medalla al mérito. Un coro unánime y agradecido le dedicó la más maravillosa música a Pepé Santoro. Un canto de despedida y gratitud, un acto de justicia demorado y oportuno a la vez, que saldó una deuda con uno de los tipos que más grande hizo, y hace, a Independiente. El "borombombón, para Santoro la Selección" erizó pieles, propias y ajenas.

Es un bombero voluntario este Pepé. Un tipo que llega cuando el incendio se desbocó y se va cuando ya se está pensando otra vez en prender el fuego para un asadito. Su estilo sereno de conducción siempre le sentó bien al Rojo en su continua sucesión de crisis congénitas. No debe haber técnico en actividad cuyos planteos tácticos estén más lejos del paladar azabache del Rey de Copas. Claro, las debacles no suelen ser buenos momentos para soltar palomas. Porque hasta que Banfield perdió la brújula y decidió echar su suerte por la borda, Independiente fue un equipo cauto, conservador, con su línea de cuatro clavada atrás, sus dos volantes centrales apretando el medio como a un trapo viejo, y los de arriba cazando lo que lloviera del cielo. Ni juego asociado ni espasmos de audacia. Un planteo "de visitante" jugando como local, un gol a los cuatro minutos y a aguantar. En el primer tiempo, fue Banfield el que intentó más, el que tuvo ambición, el que generó más llegadas. Claro, ocurre que cuando no juega Cvitanich, el Taladro es un equipo de once arqueros, que cada vez que está frente a una chance de marcar se abatata. Después sí, claro, tras el penal tonto de Patiño, las rojas de Broggi y Herner, el Rojo decoró un poco su triunfo con un maquillaje de buen juego que, de todas maneras, se va con el primer lavado de cara.

Paradójico, cuanto mejor le vaya a Santoro, cuando más nítida quede su marca en el equipo y en la gente, cuanto más puntos saque, cuanto más lo aleje de la crisis, más difícil le será a Claudio Borghi hundir el bisturí a fondo, convencer al equipo de cambiar este ADN. Pepé se irá con el equipo encarrilado, el sueño de jugar las Copas al alcance de la mano y su mito de salvador cabalgando por Avellaneda, a la espera de que un nuevo incendio lo convoque alguna vez.

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